Cosa de Pueblo

Gracias por visitar el blog! Intentamos desde aquí, realizar una modesta recopilación de anécdotas, relatos, historias de nuestros pueblos y sus incomparables personajes, que desde pequeños hasta hoy, seguimos oyendo y nos causan tanta gracia. Si querés participar con tu recuerdo, envia un mail a: materialdepueblo@yahoo.com.ar Nota: Pedimos disculpas si alguien se siente ofendido por los relatos y/o nombres vertidos en este blog, no es nuestra intención. Gracias por su comprensión.

lunes, octubre 27, 2008

Accidente a la siesta

Una tórrida siesta de verano, donde no se movían ni las hojas y la lluvia caída solo hacía mas denso el ambiente, toda la gente de la población Huinquense dormía un profundo sueño para dejar pasar el sofoco.
En el silencio absoluto se escuchó un fuerte ruido, seguido de gritos; de inmediato se apersonaron algunos vecinos atraídos por una bocina de un auto que había quedado fija y sonando. El señor "Manos Gruesas" tras su paso habitual por el bar para deleitarse con el coñac -bebida de su preferencia- había impactado contra un árbol en su auto, un Falcon sesentón en estado calamitoso que definitivamente quedaba ahi, inutilizado. El capot levantado y retorcido contra el árbol, el radiador echando humo, las puertas abiertas y la rueda incrustada en el soporte de la vereda. Mientras gritaba desaforado, los vecinos acudían en ayuda y el, balbuceando, decía y repetía hasta el hartazgo: -¡Rudy, porque hiciste la vereda tan alta y con estas piedras! ¡Que piedras de mierda! Mensaje que iba dirigido con mucha bronca al señor Rudy Sixto, que supuestamente y por la acusación del accidentado, había hecho la vereda no "transitable" para autos. Entre risotadas y comentarios de los allí presentes, rápidamente se acercó un agente policial a requerir informes. Se comprobó, (siguiendo la huella) que el vecino "Manos Gruesas", había tomado la curva muy abierta, maniobra extrema, que no le habría permitido mantener el control de su vehiculo.
De modo que gentilmente lo llevaron para su casa, a esperar que se pasara su estado etílico, para después sacar el coche de la vereda "tan alta y con tantos obstáculos".

Ana María.

sábado, octubre 04, 2008

Buena salida

Cuentan las malas lenguas que en Huinca, cierta señora estaba en compañía de su pata de bolsa cuando escucharon el ruido de la llave en la puerta de la casa, seguramente lo siguiente que se escucho fue el grito de la mujer.
- ¡Mi marido!.
El intruso salto de la cama, y desnudo, a tientas y agarrando como pudo la ropa salió torpemente corriendo para el fondo, miró fijo el borde del tapial como para saltarlo de un envión, con tanta mala suerte, que por ir mirando para arriba y porque estaba oscuro no vio que contra el tapial estaban apiladas unas chapas, maderas, hierros y otras cosas viejas.
Obviamente dio de cabeza contra la pila de chapas y luego del estruendo del golpe, quedó tirado, de espaldas en el suelo, no solo lastimado sino también desnudo.
Ahí estaba, agachado juntando la ropa cuando salió el marido al patio alertado por el ruido, con una linterna en una mano y una escopeta en la otra, al grito de:
-¿Quién anda ahí?
Cuando estuvieron frente a frente, el pata de bolsa medio desnudo, sucio y lastimado, se llevó el dedo índice a la boca y le dice:
-ssshhh, vengo de la casa de al lado…
Cuando todo se había calmado el marido le comenta a su mujer:
-mirala vos a la vecina, se hacía la mosquita muerta.

Rober.

miércoles, octubre 01, 2008

Al pasar en Huinca

El "Chefa" Lucero en su programa radial.

"...Dejamos por un momento el deporte, ahora hablaremos un poco de tenis..."

Gerar.

Malentendido

Contaba Don Pablo que el talabartero Baravalle gustaba mucho ir de caza. Cazar significaba ir al campo a tirar unos tiros de escopeta, traer algunas perdices, con suerte una martineta o bien alguna paloma para decir que habían quemado algún cartucho. Como era de contextura fuerte y con algunos kilitos de más, le costaba mucho trabajo bajar y subir al vehículo; una vez una camioneta, otra un rastrojero, en fin, de quien pusiera voluntariamente el vehículo para ir al campo.
Baravalle era persona risueña y amigo de gastar bromas, pero esta vez ocurrió que, la gastada la sufrió el mismo. El conductor le hacía bajar una y otra vez a abrir tranqueras, tanto ajetreo, causó en el amigo Baravalle, un repentino y fuerte dolor de cintura que siempre sentía, pero, disfrazaba a veces para no perder la salida. Fue así como, apoyado en la tranquera, le pidió a su acompañante que le hiciera el favor de pasarle linimento ya que eso era lo que le aliviaba temporalmente la molestia.
Así lo hizo el amigo, levantándole la camisa y aflojando el cinturón, resultó que dio la casualidad de pasar por allí un paisano a caballo, quien, al ver esa situación, interpretó mal la cosa y les gritó, mirándolos de soslayo...
-!abrase visto, hombres grandes!
Algo confundido el hombre, pero tarde para las explicaciones...

Ana María.