Cosa de Pueblo

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martes, junio 26, 2007

La pérdida

Don Francisco Morra, padre de Tito, Susana, y Esther, era una persona muy cordial pero muy respetuosa. Era un gran conversador y amigo de relatar anécdotas de Parera, su pueblo natal. Muchas veces estas eran muy graciosas, y, mientras las contaba el también reía a veces saltándosele lágrimas de los ojos, actitud que hacia que los escuchas se contagiaran de su vivacidad.
Relató que en cierta ocasión siendo el, muchacho, hubo de ser partícipe de un hecho que, de no ser por lo ocurrente de la situación podría haber resultado casi macabro.
En una noche de invierno, falleció un familiar en la casa del campo donde vivían. Consultados los parientes allí presentes se decidió llevarlo a Parera para su velatorio. Como se trataba de una persona de contextura física grande, lo cargaron en el breque para trasladarlo al pueblo. Como se sabe el breque, tiene una puerta tipo compuerta, que en esta ocasión particular hubo de dejarse abierta pues sobrepasaban los pies del difunto.
Era una noche oscura y la única iluminación era un farol que se llevaba en parte delantera. Por ese entonces (y ahora también) los caminos eran de huella profunda, el traqueteo del viaje, el trote de los caballos, hizo que el cuerpo se fuera deslizando hasta que cayó del vehículo...
pasado el rato, los que lo transportaban (entre ellos Don Francisco), se percatan que el cuerpo no está, regresan , y vuelven a subir el occiso al breque... esta vez vigilando que no volviera a ocurrir la caída.
Al llegar al Pueblo, ya avisados que en el campo había fallecido un amigo, vecinos y algunos parientes se encontraban esperando la comitiva...al ingresar uno de los que alli recibían, se acerca y dice con profundo desconsuelo: -"Lamentamos la pérdida"... A lo que rápidamente uno de los transportadores exclamó: -"¡No, si lo encontramos!"...

Siempre recuerdo esta anécdota pues cada vez que lo hago, me produce risa y recuerdo con alegría a esta inolvidable persona

Ana María Sixto.

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