El "Kicho" Perez
Pareciera que, imagino sin quererlo ni pensarlo en vida, el "Kicho" Pérez alcanzó (al menos en Huinca renancó) la tan ansiada eternidad. Y es que toda persona que lo conoció, tiene para contar alguna anécdota graciosa en el que el era partícipe principal, incluso hoy entre los mas jóvenes del pueblo, surge alguna historia o dicho de este entrañable personaje.
Si bien ya hemos escrito acerca de el, esta entrada y recuerdo viene a colación, ya que hace unos días atrás nos contactó desde General Alvear (Mendoza) Rubén Antolín Heredia -escritor mendocino que vivió en nuestro pueblo- y entre otras cuestiones y relatos de su paso por Huinca, nos contó algunas de las vivencias que el compartió con el "Kicho" y así lo recordaba:
"Yo lo conocí, sabía caer al bowling (yo era el dueño del bowling) a la madrugada a garrear un vino. Al rato preguntaba: - Rubén, ¿quiere que vayamos a buscar el fuelle? Yo lo llevaba y lo traíamos. La primera vez nos sorprendió, porque se preparó para tocar y, cuando todos esperábamos un tango, empezó a cantar "el changuito cañero" de Palito Ortega. Para un corso de carnaval cayó diciendo que se quería disfrazar. Le pusimos unos vaqueros recortados a la rodilla y le vendamos las manos. Con una salida de baño quedó listo: estaba disfrazado de boxeador. Así se fue al baile de Santa Paula. Al rato volvió con la boca rota, se había puesto a boxear con alguno y casi lo habían noqueado."
"...Era re mentiroso, mandabamos a alguno a preguntarle: - ¿Usted no trabajaba en un circo? o algo así. Y nunca decía que no, ahí nomás inventaba un macanazo. Se ponía a tocar y en la mitad, paraba la canción y con gesto serio y enojado, me decía, a mí o a otro: - La madre no, Rubén, cualquier cosa menos la madre! Y nadie le había dicho nada, y menos sobre su madre, pero parece que se acordaba y advertía. Le explicábamos que nadie había dicho nada y decía: - Ah, bueno, la madre es sagrada. Y seguía dandole al fuelle. No sé si lo habrás conocido a Anibal Crocco, que era médico y se suicidó en Realicó. De chico trabajaba conmigo, en el bowling, nosotros le decíamos Patón y el Kicho le decía "Pata". Siempre se refería a él como "Pata". Pero de pronto, cuando Anibal no estaba, nos pedía: - No le digan Pata, pobrecito, le da vergüenza. Y el único que le decía así era él. Una noche cayó diciendo que había encontrado petroleo. Nos llevó frente a la estación de servicio de la ruta y ahí, pasó el alambrado y entró al campo. (En ese entonces era campo) Encontró una cueva de peludo y se tiró al piso a meter la mano. Como, obviamente, no encontró nada, dijo: debe ser otra cueva, pero por acá era..."
Muchas gracias Rubén.
Gerar.
Si bien ya hemos escrito acerca de el, esta entrada y recuerdo viene a colación, ya que hace unos días atrás nos contactó desde General Alvear (Mendoza) Rubén Antolín Heredia -escritor mendocino que vivió en nuestro pueblo- y entre otras cuestiones y relatos de su paso por Huinca, nos contó algunas de las vivencias que el compartió con el "Kicho" y así lo recordaba:
"Yo lo conocí, sabía caer al bowling (yo era el dueño del bowling) a la madrugada a garrear un vino. Al rato preguntaba: - Rubén, ¿quiere que vayamos a buscar el fuelle? Yo lo llevaba y lo traíamos. La primera vez nos sorprendió, porque se preparó para tocar y, cuando todos esperábamos un tango, empezó a cantar "el changuito cañero" de Palito Ortega. Para un corso de carnaval cayó diciendo que se quería disfrazar. Le pusimos unos vaqueros recortados a la rodilla y le vendamos las manos. Con una salida de baño quedó listo: estaba disfrazado de boxeador. Así se fue al baile de Santa Paula. Al rato volvió con la boca rota, se había puesto a boxear con alguno y casi lo habían noqueado."
"...Era re mentiroso, mandabamos a alguno a preguntarle: - ¿Usted no trabajaba en un circo? o algo así. Y nunca decía que no, ahí nomás inventaba un macanazo. Se ponía a tocar y en la mitad, paraba la canción y con gesto serio y enojado, me decía, a mí o a otro: - La madre no, Rubén, cualquier cosa menos la madre! Y nadie le había dicho nada, y menos sobre su madre, pero parece que se acordaba y advertía. Le explicábamos que nadie había dicho nada y decía: - Ah, bueno, la madre es sagrada. Y seguía dandole al fuelle. No sé si lo habrás conocido a Anibal Crocco, que era médico y se suicidó en Realicó. De chico trabajaba conmigo, en el bowling, nosotros le decíamos Patón y el Kicho le decía "Pata". Siempre se refería a él como "Pata". Pero de pronto, cuando Anibal no estaba, nos pedía: - No le digan Pata, pobrecito, le da vergüenza. Y el único que le decía así era él. Una noche cayó diciendo que había encontrado petroleo. Nos llevó frente a la estación de servicio de la ruta y ahí, pasó el alambrado y entró al campo. (En ese entonces era campo) Encontró una cueva de peludo y se tiró al piso a meter la mano. Como, obviamente, no encontró nada, dijo: debe ser otra cueva, pero por acá era..."
Muchas gracias Rubén.
Gerar.
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