Cosa de Pueblo

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jueves, junio 01, 2006

Un premio para el oso


Cada mes de febrero, con el olor a lluvia y a tierra mojada, me vienen a la memoria los corsos de todas partes y de todos los tiempos. Entre ellos, son imposibles de olvidar aquellos carnavales de Huinca Renancó, esos que compartimos con el pajarito Alí y el pelado Villarroel, entre otros tantos buenos amigos.
En esos corsos, oficiaba de maestro de ceremonias Jacques Lafontaine, nombre artístico del oficial de policía Francisco Mallardo, quien se convertía para tales ocasiones en un auténtico muñequito de torta, con saco blanco y un simpático moñito granate.
Lo cierto es que Lafontaine (o Mallardo) se había constituido en un símbolo de los corsos del sur provincial, fiestas que tenían entre sus principales atractivos los premios en efectivo y los galardones que se entregaban a manera de incentivo a los mejores disfrazados, a las mejores comparsas, a la reina, etcétera. Fue en procura de uno de esos “Estímulos” que buscaron el Cuita Vargas, mas por robusto que por buen actor, para que se disfrazara de oso, con los mismos cueros de oveja que él cuatreaba.
El Cuita se negó al principio, en forma rotunda, en reiteradas oportunidades, pero termino cediendo cuando el Balula Farsi le ordenó:
-¡Usté se me disfraza de oso y listo, que yo voy a ser su osero, que tanto!
Además de plata, el Cuita le debía tantos favores al Balula que no podía decirle que no, por lo que allí junto a su amigo, desde la primera noche de los corsos, para interpretar un cuadro con marcadas características de relación sadomasoquista, ya que el Balula actuaba de amo con vestiduras de cuero, además de empuñar un látigo y de llevar la cadena que tenía en el otro extremo el collar que sujetaba los ímpetus del singular oso.
El disfraz era bien lanudo, cosido por Azucena García, la suegra del Balula, con una cabeza cariñosamente elaborada por Don Agustín Álvarez, taxidermista de la región. No bien empezó, ya sea por el calor del asunto o por el dolor de los latigazos, el Cuita Vargas quiso abandonar, pero su compañero de disfraz se lo impidió todas y cada una de las veces, asegurándole que ganarían el premio mayor, una cifra que ese año alcanzaría fácilmente a unos diez sueldos del capataz mejor pago de la región.
Las expectativas no eran infundadas, todo iban al corso a ver al oso, a escuchar sus quejas en cada latigazo, a sentir su fuerte paso. Quince noches seguidas se aguanto el Cuita con ese disfraz, sorteando calores de infierno, soportando pisotones de los chicos, golpes de los muchachos y hasta burlas de sus amigos del bar. El sacrificio bien merecía un premio, lo que debería llegar la velada en la que Jaques Lafontaine tomó el micrófono para anunciar a los ganadores:
-Y la categoría disfraces, tengo el honor… El gran honor de anunciarles que el respetable jurado de nuestra fiesta ha decidido otorgar el primer premio a… a… ¡¡¡La Dama Antigua!!!
La cara que puso el cuita al escuchar ese veredicto solo puede compararse con algún otro rostro imaginado por Narciso Ibáñez Menta en uno de sus sueños. Pero todavía quedaban otros premios que Lafontaine anuncio con mucho fervor:
-Y en segundo lugar, con gran mérito, se ubica… se ubica… ¡¡La pareja de españoles!!
A esta altura, el Cuita se había puesto amarillo, pero se las aguantaba porque el Balula le apoyaba el codo para que se quedara sentado. Tras los aplausos, Lafontaine prosiguió:
-El tercer premio, señoras y señores, es para… es para… ¡El diablo!
Vargas se levantó y parecía que iba a romper la sede del club de Barrio Norte a patadas, estaba rojo, violeta, humeaba de la bronca.
Lafontaine se dio cuenta de lo que sucedía y retomo el micrófono con rapidez para anunciar, a secas:
-Premio consuelo, premio consuelo para… para… ¡El oso!
El Cuita Vargas terminó de levantarse y gritó:
-¡¿Sabés qué podés hacer con el premio consuelo?!
Sin dar lugar a que continuara el ofuscado participante, Jaques Lafontaine utilizó su mejor voz de locutor para rematar la velada:
-En un gesto que lo enaltece, el Oso acaba de donar el premio a esta comisión organizadora.

Las Historias de Don Boyero
Jorge Londero
Editorial Alción Editora
I.S.B.N.: 950-9402-148-4

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