Cosa de Pueblo

Gracias por visitar el blog! Intentamos desde aquí, realizar una modesta recopilación de anécdotas, relatos, historias de nuestros pueblos y sus incomparables personajes, que desde pequeños hasta hoy, seguimos oyendo y nos causan tanta gracia. Si querés participar con tu recuerdo, envia un mail a: materialdepueblo@yahoo.com.ar Nota: Pedimos disculpas si alguien se siente ofendido por los relatos y/o nombres vertidos en este blog, no es nuestra intención. Gracias por su comprensión.

miércoles, mayo 10, 2006

El debut de "Pachanga" Palacios


Las carreras de motos spedway han logrado sobrados meritos para ocupar un espacio entre las paginas del entretenimiento de nuestros pueblos, principalmente del sur provincial, donde se integraron al entusiasmo que por este deporte mecánico pusieron aficionados y fanáticos de otras provincias, como La Pampa, Buenos Aires y Mendoza.
En una misma federación, confluían por esa pasión amante de los fierros de Huinca Renancó, Colonia Barón, Realicó, Castex y Santa Rosa de La Pampa, por solo citar algunos pueblos de esa vasta región agroganadera que se extiende mas allá del rió Quinto.
Quien quiera justificar a los fanáticos de este deporte no puede dejar de lado su pintoresquismo, sus vibrantes sonidos y la gran habilidad de los pilotos que participan, ya que estas motos no tienen frenos y las pistas son óvalos de hasta 400 metros de recorrido en cuyas curvas no se dobla para girar, sino que se derrapa con la rueda trasera, siempre más ancha.
El la década del ´70, el circuito mas popular, con capacidad para unos cuatro mil espectadores y siempre lleno, era el de Santa Rosa de La Pampa, ubicado en un predio del Club General Belgrano y cuya pista llevaba el sugestivo nombre de “El anillo embrujado”. Allí debutó el inolvidable Jorge “Pachanga” Palacios, también conocido como “Perro”, quien vivió durante muchos años en Huinca Renancó para trasladarse finalmente a Bahía Blanca, donde sus amigos le perdieron el rastro.
El equipo de Huinca era el único referente cordobés en este campeonato y estaba muy bien integrado por los hermanos Sixto: Roberto (“Quico”) y Raúl, corredores, y Rudy, preparador. Los Sixto competían en la categoría 175 centímetros cúbicos de preparación libre, con dos motos Zanella RK y tenían una tercera de repuesto, “Gilera la fiera”, como decía uno de sus seguidores.
“Pachanga” llego a trabajar al taller de los Sixto como chapista y un día, al ver que sus patrones preparaban motos, anuncio:
–Yo se correr.
Por esos tiempos de tribunas llenas, los organizadores pagaban un viático por cada moto que corría, por lo que llevarlo a Palacios a correr bien se podía ver como una inversión.
Probaron sus conocimientos en la calle con la Gilera 175, provista con un combustible compuesto con nafta de avión de 130 octanos y metanol, para lograr una mejor compresión. En una prueba rápida, el tipo demostró no tener miedo a la velocidad.
Se lo llevaron a Santa Rosa y lo anotaron. Era un sábado de verano y se corría por la noche, ya que las pistas estaban iluminadas y el campeonato era televisado, con trasmisión radial en directo y la participación de corredores de varias provincias.
Fue a José Parra, mecánico y preparador de las motos de los Sixto, a quien le toco apadrinar al novato.
–Vaya y lo atiende al “pachanga” –Le ordeno Rudy.
Al tratarse de un principiante, lo primero que hizo Parra al finalizar las competencias de la categoría 105 fue pedirle permiso al comisario deportivo para que el debutante probara de que se trataba la cuestión.
Todos los demás estaban en los boxes, no había nadie mas en la pista, por lo que mi amigo José recibió el visto bueno para que entrara a probar a Palacios. Lo sentó en la moto y, como esta no tiene patada de arranque, le dio un empujón hasta que la máquina cantó su potencia y salio embrujada, como el hombre de la pista.
En la primera curva, rebosantes de barro porque recién había pasado el regador, el novato se enroscó con la moto y patinó para estamparse justo frente a la tribuna principal, desde donde partieron risas, aplausos, gritos de asombro, abucheos y otras expresiones no menos populares.
Parra corrió a levantarlo y le pregunto si no quería abandonar el intento. “Pachanga” lo miro como ofendido, se subió de nuevo a la moto y salio para la otra curva, donde, como se esperaba, se pego otro golpazo histórico.
Insistente, Palacios se dejo ayudar por un par de muchachos y volvió a la carga, otra vez rumbo a la curva donde se había “bautizado” inicialmente. Allí estaba todavía Parra, que hizo señas cuando lo vio encarar la curva como para salirse del mundo. Volvió a caer y quedo otra vez comiendo barro a merced del griterío de la gran tribuna.
–¡Te vas a matar! –Le rogó José –¡No insistas!
“Pachanga” se sacudió un poco y volvió a subir a la moto para completar otra vuelta con algunas patinadas menores, pero esta vez sin caer.
Por lo bajo, el comisario deportivo le dijo al asistente:
–Che, Parrita ¿de dónde lo sacaron a este? Ese tipo no tiene idea, Encima, en el sorteo ganó la primera fila.
–No digas nada, es un mecánico de los Sixto, pero no te hagas problema que lo vamos a largar en la última fila para que no perjudique a los que están luchando por el campeonato.
A regañadientes, “Pachanga” aceptó largar en la última fila. Parra lo convenció con algunas excusas.
Soltaron la cuerda elástica para que largue la serie y cuando salieron todas las motos juntas, “Pachanga” aceleró sin agarrarse lo suficiente y se resbaló. La moto se le escapó y se fue sola para chocar contra las gomas y los carteles de la primera curva. En medio de las risas generalizadas, el principiante no se desanimó y corrió a buscar la máquina.
Consiguió treparse de nuevo y partió a toda potencia para tratar de descontar los metros perdidos, pero no se percató de que, con el mareo, arrancó en sentido contrario a los demás corredores y se los encontró de frente apenas salió. El desparramo de motos para todas partes fue similar al que hacen las gallinas cuando entra una comadreja al gallinero. Un desastre. Entre los insultos de los demás competidores y las carcajadas ya con lágrimas de los espectadores, “Pachanga” logró subir de nuevo y esta vez encaró para el lado correcto, para completar finalmente la carrera, en cuyo transcurso se cayó otras seis veces más. De tantas caías, terminó ya sin ropas, en calzoncillos y todo embarrado. Sin dudas, fue la atracción principal de la noche.
Preocupados por lo acontecido, los Sixto se sintieron responsables de la desastrosa incorporación y esperaron lo peor.
-Nos van a correr para siempre. Nos van a sacar la roja y vamos a tener que correr en el patio de la casa –Comentó Rudy a sus hermanos con un evidente nudo en la garganta.
Angustiados, los tres hermanos desfilaron para la oficina del presidente del club y se sentaron frente a su escritorio. El hombre encendió un cigarrillo y le dijo:
–Quería hablarles de ese corredor nuevo que trajeron hoy.
–Lo suponíamos –admitió Rudy.
–Les voy a pagar triple viático –Se despachó el jefe del circo.
–¿Para que no lo traigamos más? Preguntó Roberto.
–No, para que lo traigan siempre –Dijo el presidente. -¿No se dan cuenta de que un tipo como el llena las tribunas?

Las historias de Don Boyero.
Jorge Londero.
Redacción Diario La voz del Interior.

1 Comments:

Blogger Pablo dice...

No esto es terrible. ¿Cómo podemos haber perdido el rastro de tamaña figura? Si Porto lo viera seguro se haría a un lado. Pachanga fué, es y será una figura enigmática de deportessss, en el recuerdo.
Excelente la nota, me mató.

13 mayo, 2006 08:32  

Publicar un comentario

<< Home